jueves, 16 de mayo de 2013

El día en que me volví verde... o azul

Hace más de 5 que años que mi conciencia con respecto al planeta que habito cambió de manera radical. Fue gracias a la película Una verdad incómoda de Al Gore. Me dejó impresionada, tanto que cambió mis costumbres en un montón de tareas diarias. La película me dejó... incómoda. Al día siguiente tenía instalados en mi galería 3 cubos de reciclaje, empecé a ir andando al trabajo, para los trayectos largos cogía la bici y me hice con una de esas bolsas plegables tan monas para llevar siempre, siempre en el bolso. He dicho que cambié de manera radical y es cierto. Soy de las que abandonan sus arranques al poco de cogerlos como ley de vida. Pero en el caso del cuidado del medio ambiente, mis hábitos no han cambiado lo más mínimo desde hace cinco años. Podría contar un montón de cosas que hago, como reciclar carteles para envolver regalos (quedan genial!), pero también se me ha quedado alguna cosa en el tintero, como comprar un coche híbrido, y mira que George Clooney me convenció al instante cuando apareció en la gala de los Óscar con un Toyota Prius... pero bien, eso está ahí pendiente.

Etiqueta con el símbolo de recilcaje
Hace tiempo que me colgué la "etiqueta verde"

El color del medio ambiente. Del verde al azul

Cuando empezamos a oir hablar del cuidado del medio ambiente fue a base de oir el término ecología. De esto hace mucho más de 5 años... Mi primer contacto con este concepto fue la película La Selva Esmeralda de John Boorman, que denunciaba los estragos que se estaban haciendo con la tala de árboles en la selva amazónica y en consecuencia la agresión a los nativos de la zona. Lo de la ecología vino poco después. Entonces se asimiló el color verde, el color de los árboles, a ese término. Se planteó proteger los bosques como pulmones del planeta que son, reducir las emisiones de CO2... todo buenas intenciones que muchos ciudadanos acogieron y algunos gobiernos también.

Entonces llegó el turno a las empresas. Entre la proliferación de empresas jóvenes –lideradas por personas que han crecido con una conciencia distinta al consumismo desmedido–, y la visión de que mejorando la imagen de empresa podrían mejorarse las ventas, los equipos directivos se acogieron a programas de desarrollo sostenible. Otro concepto nuevo: desarrollo sostenible, que vino a reemplazar a ecología. Y el cambio de término conllevó un cambio de color; del verde al azul. Las empresas se acogían a Programas Azules de RSE (Responsabilidad Social Empresarial). Acciones como plantar un árbol para empresas consumidoras de papel o emisoras de CO2 a la atmósfera, dedicar un porcentaje del presupuesto anual a financiación de proyectos de interés social, son algunos ejemplos de las acciones que llevan a cabo algunas empresas, por suerte cada día más.

El color azul asociado a estos actos ha llevado a hablar de economía azul. Hablamos de la mejora de la imagen externa e interna de la empresa al asociarse a causas nobles, que incide en el aumento de sus ventas.

Si os interesa el tema, aquí os dejo unos enlaces para que profundicéis un poco más y deis un color a vuestra vida. Como decía Al Gore el esfuerzo individual de muchos es un gran esfuerzo. Y por supuesto, os dejo el vídeo de Una Verdad Incómoda:





Yo siempre he querido tener un restaurante

Hace tiempo que sigo el programa de televisión El Asesor, en el Canal Cocina. El Asesor es David Adjey, chef canadiense con grandes éxitos y estrepitosos fracasos (como él mismo menciona en la presentación de su programa) cuya labor consiste en ayudar a poner en marcha negocios de hostelería, principalmente restaurantes. La dinámica del programa es siempre la misma: una breve presentación del negocio, del dueño, de las circunstancias que impiden su apertura y del problema. Siempre hay un problema, y a veces más de uno. Y el origen del mismo suele ser cuando una persona sin experiencia en hostelería dice la frase "Yo siempre he querido tener un restaurante".


En el vídeo un programa en el que el problema era tener dos chef en la cocina


No sé qué tienen los restaurantes. Que a todos nos gusta comer, que los identificamos con un acto de relación social, que desde fuera parece que es fácil llevarlo como negocio. Sí, probablemente sea esto último lo que más hace pensar a la gente sin preparación que de la ilusión también se puede vivir. En El Asesor he visto todo tipo de gente lanzándose a la aventura de tener un restaurante: un cowboy de Texas, un decorador de Ohio, un niño de papá (o de mamá) con experiencia en... nada. Es curioso cómo todos y cada uno repiten en algún momento del programa la frase Yo siempre he querido tener un restaurante, y entonces llega la batería de preguntas de David Adjey: qué tipo de comida vas a servir, quién es el chef y el personal de cocina, dónde está la cocina, quién va a dirigir al personal de sala, dónde están los camareros que has contratado, cuándo llega el mobiliario y el menaje... al dueño se le pone cara de haba, se deshace en mil excusas y sólo acierta a balbucear que tiene una deuda enorme y una semana para abrir. Entonces El Asesor se pone firme, los pone a todos firmes y se van resolviendo uno a uno todos los problemas, contrarreloj y con los medios limitados.

Fachada de un restaurante negocio de hostelería
Tras la fachada puede haber grandes problemas
Tras decenas de programas vistos, he ido estableciendo las pautas que se repiten en todos los casos. Al final siempre se resuelve, pero habrá sido mejor tomar las riendas desde el principio.

Los siete pecados capitales a la hora de montar un restaurante


  1. Financiación. Generalmente tiramos de la familia para obtener financiación, pero entonces la deuda es doble porque es monetaria y moral, ¿y si fracasas? Ya lo decía el dueño de El Corte Inglés, su mejor y único socio siempre fue el banco.
  2. Formación. No se nace enseñado. Un restaurante es un negocio y llevar un restaurante requiere conocimientos en varias áreas, no se trata de intuición, se trata de formación.
  3. Jerarquía. El dueño tiene que actuar como tal y ejercer de gerente. No vale estar frente a los fogones y echando un vistazo a la sala. Si quieres estar en los fogones, entonces contrata a un gerente, y fórmalo según tu negocio. En la cocina todos deben responder ante en jefe de cocina y en la sala ídem.
  4. Equipo. Elije profesionales para tu negocio. Tus primas son muy monas pero no son camareras. Tu equipo es la cara vista del negocio, a través del trato personal y a través de los platos que sirvas.
  5. Plazos. Establece unos plazos desde el inicio para las reformas, decoración, equipamiento de hostelería, entrevistas de trabajo, limpieza, apertura... haz un planning que deberás cumplir. Sé realista y acude a él cuando surjan las dudas.
  6. Instalaciones. Ponte en el punto de vista del cliente. Sé eficiente y atractivo. Necesitas una cocina suficiente, una sala capaz y un ambiente agradable. No trates de comprar cada cosa en un sitio acude a profesionales en suministros para hostelería que te darán soluciones globales (vajillas, menaje, mobiliario, maquinaria...)
  7. Identidad. Antes de nada, el alma de tu negocio va a ser la comida. No trates de abarcar demasiado, céntrate en un tipo de comida, dale un toque diferenciador, y si lo tuyo es la fusión, apuesta por recetas que no sean arriesgadas.
Mesa puesta con vajilla, cristalería, cubertería, textil de mesa y arreglos florales
Un resultado así lleva mucho trabajo profesional detrás

Si algo he aprendido en el programa El Asesor es a cuestionarme muchas cosas cuando acudo a un restaurante. Los que funcionan tienen un amplio recorrido resolviendo dificultades día a día. Y ahora que tenemos a nuestro propio Asesor en España en la figura del cocinero Chicote, pienso en que un día de ésto lo voy a oir vociferar desde la cocina de algún restaurante cercano, poniendo firmes a alguno que en una ocasión dijo la frase Yo siempre he querido tener un restaurante...



jueves, 9 de mayo de 2013

Tomar zumos en el mercado

Viajar a Barcelona una vez al año se ha convertido en una fabulosa costumbre que llevo manteniendo desde que era una adolescente de pelo plantado y uñas mordisqueadas. Los primeros años fui por no perderme la Primavera del Diseño (¡madre mía, cuánto hace de eso!), luego "se me quedó" la costumbre porque tenía amigos allí a los que era un placer visitar. Conocí las terrazas de Barcelona, los sitios secretos donde tomar ostras con cava... y por supuesto seguí con mis recorridos de diseño por la ciudad. Exposiciones en el CCCB, el MACBA, el Centre d'Art de Santa Mónica,... y revisión de las tiendas que no tenía en mi ciudad: Vinçon, Muji, la desaparecida Casa Claramunt (snif!). De entonces a hoy sólo he ganado en mi ciudad un Muji, pero no es lo único que ahora también tengo en Valencia: ahora también podemos tomar zumos en el mercado, el Mercado Central.
Zumos de naranja en una parada del Mercado Central de Valencia
Zumos de naranja...¡pues mejor de Valencia!

Tomar zumos en el mercado: de la Boquería al Mercado Central

Una de las paradas obligadas en mis largos paseos por Barcelona era (es) el Mercado de la Boquería. Soy devota de sus grandes pilas de fruta perfectamente ordenada. Sus montañas de hielo donde incrustan bandejitas con fruta cortada y lo que más, lo de tomar zumos en el mercado. Vasos individuales con pajita, tapados para conservar las vitaminas y frescos, listos para tomar. Es una delicia ver los colores, derivados de las combinaciones de frutas más sabrosas. Zumos verdes, rojos, naranjas,... Me encanta degustarlos allí mismo, mientras deambulo entre paradas de mercado repletas de frutas y verduras de temporada. Me sirve de desconexión de tanto diseño, es como tocar tierra. La otra opción que me encanta es salir a las Ramblas y bajar por el paseo central hasta el mar, con mi zumo en la mano, saboreando su acidez o su dulzura; reponiendo fuerzas para la siguiente tanda de tiendas o de museos. Y ahora todo eso lo tengo en Valencia: puedo tomar zumos en el mercado y disfrutar de la arquitectura del Mercado Central, con esa maravillosa cúpula, su blanca estructura modernista. Los puestos del mercado ofreciéndome la más rica fruta, los quesos más sabrosos, las verduras de la huerta... un placer para los sentidos.
Zumos de naranja, kiwi, mango... en el Mercado Central de Valencia
Zumos ricos y bonitos, listos para tomar

Y si quieres pasear por los alrededores tienes planes saliendo por cualquiera de las puertas del mercado: hacia la Lonja, hacia la Avenida del Oeste (nunca me acostumbraré a llamarla Barón de Cárcer, ¿no suena mucho más evocador "del Oeste"?) y sus curiosos comercios; o hacia la Plaza del Ayuntamiento, centro de la ciudad de Valencia. Desde que descubrí que puedo tomar zumos en el mercado de mi ciudad voy mucho más al centro, a recorrer el barrio de cuando era una niña de uniforme y buenos modales, justo antes de convertirme en esa adolescente que no he conseguido sacarme de dentro ;-)

Cuando tomar café se convirtió en tendencia

Tengo una amiga que desayuna siempre en un bar. Da igual que llueva o truene. Ella no empieza el día si no se ha metido su dosis de cafeína entre pecho y espalda, apoyada en la barra de un bar. Esa es otra, tiene que ser en la barra. Así que cuando quedo con ella para hacernos una sesión de shopping ya sé que la primera parada incluye un taburete alto y una taza pequeña. No estoy a estas alturas para quejarme, peor sería que nos tocase andar por la calle con un tremendo vaso de papel sorbiendo por un agujero.

Parece que nadie se lo ha planteado, pero yo en eso estoy con Elvira Lindo cuando cuenta sus tribulaciones por Nueva York: los neoyorkinos han instaurado la manera más incómoda de beber café. Podría entenderlo por su clima, si te tienes que hacer unas cuantas manzanas de calles bajo cero, mejor hacerlo con una bebida caliente entre las manos. Pero en España, por favor, con el clima que tenemos que no sé si nos lo merecemos ;-) Veo chicos y chicas saliendo del Starbucks con su actitud pasiva y sus vasos de papel con el símbolo verde y negro y pienso ¿cuándo tomar café se convirtió en tendencia?
Vaso de papel con café
¿En serio te gusta beber por un agujero?


Lo de tomar café en casa ha sido siempre más una necesidad que un placer. Una dosis por la mañana para que salten las legañas y otras tantas después de las comidas para espabilar. Pero entonces llegó aquella cafetera (Dolce Gusto si no me falla la neurona) que contoneaba sus "caderas" mientras sacaba de su tripa bebidas de todos los colores. Nos aseguraba que el café no es sólo negro. Capuccino, Latte Macchiato, Chai Tea,... Anda que no suena fenomenal lo del "latte macchiato", esa campaña nos convenció.
Cafetera Dolce Gusto
¿Es bonita o no es bonita la cafetera?


Pero entonces llegó George Clooney y nos habló de un café exclusivo, de unas tiendas exclusivas... y con esa sonrisa de medio lado ¡qué le ibas a decir! ¡que sí! ¡que sí! Y empezamos a pagar una pasta por el café, pero lucíamos orgullosos nuestras bolsas de papel de esas tiendas exclusivas. Pagar una pasta por el café parece que no nos importa. Confieso desde estas líneas que me encantan los cafés de Starbucks, eso sí, en taza de porcelana, tamaño pequeño (¿pequeño?). Me encanta la variedad de bebidas, me encantan sus sofás y exprimir su wi-fi. Entonces el café ya no me parece caro. Supongo que es lo mismo que nos vendió el Sr. Clooney, ahora tenías un café con crema como el de los bares en casa, con sus cápsulas, sus dependientes impecables tras los mostradores de las tiendas. Me remito, ya no nos parece caro. Y lo de las cafeteras otra birguería qué tal, ¿habéis visto qué bonitas son? Otro de las consecuencias de cuando tomar café se convirtió en tendencia: la cafetera más mona de cápsulas la tengo yo en casa, ¡cuando la vean mis amigas!

Ahora que todo ha vuelto un poco al sitio y las cápsulas las puedes comprar en el supermercado (vale, yo de vez en cuando vuelvo a esos dependientes pulcros y educados, no me puedo privar) y tienes cafeteras de cápsulas por menos de 50 euros, ya me veo pensando cuál será la próxima tendencia. A mí lo de los instantáneos que he visto en el refrigerador del híper no me convence, pero... del café de calcetín a ese no me digas que no hay para elegir. Yo para casa mis cápsulas y para fuera Starbucks ¿y vosotros?

jueves, 2 de mayo de 2013

Gafas de sol para este verano: Oakley, Rayban y Carrera

Este verano estoy encantada con los escaparates. Paseo por la ciudad y tras los cristales me llaman colores flúor, estampados orientales, combinaciones atrevidas. El azul eléctrico que llegó en invierno ha decidido saltar a la siguiente temporada y el verde turquesa (color Pantone del año) es el protagonista de las prendas más fresquitas. Este verano los colores intensos ya no pelean entre ellos, se combinan. Y los complementos no han hecho más que potenciar este efecto. Brazaletes gigantes de formas orgánicas o geométricas que suben por tu brazo añadiendo tonos al conjunto, collares exóticos amenazando con crujir tus cervicales de puro gigantismo, y gafas de sol que visten de color tu cara (¡y tu mirada!) como un complemento más, si no EL MÁS atrevido de este verano. En los escaparates lo he tenido claro: Oakley es el rey de la película. Ya me dio a mí la vena cuando ví a los jugadores profesionales del European Tour de golf, las varillas de sus gafas de sol les delataba: las gafas de sol Oakley triunfaban en el circuito. Pero no son las únicas que han dado un toque radical a sus diseños: Rayban y Carrera han apostado por desmarcarse de sus líneas clásicas para dar un twist a su imagen. Vayamos marca por marca, estos son mis must este verano:

Oakley y sus transformers urbanos:

Gafas de sol Oakley Radarlock
Igual tú no lo sabes, pero todos llevamos un transformer dentro. Y lo sacamos cuando nos sentimos fuertes. Estas gafas son una lección de seguridad. El óvalo les delata en la varilla, son unas Oakley con pantalla intercambiable. La tendencia este verano son los colores irisados para las lentes, de morado a fucsia, de verde a azul... En éstas en concreto tienes una pantalla irisada en verde y azul, la varilla en blanca con el símbolo de Oakley en verde. Y para cuando te canses (o porque el transformer que llevas dentro te lo pide) tienes otra pantalla amarilla. ¡Con cuál te atreves más!

Carrera y el sport elegante:


Carrera redefinde su línea este verano con opciones más atrevidas. El modelo Panamerika puedes encontrarlo ahora en color ¡violeta! Atrás quedó el invierno y sus tonos grises y negros. Como ya he comentado en otras ocasiones las gafas nos hace a las chicas efecto maquillaje. Las Carrera favorecen por estilo propio. Un valor seguro en el tiempo y que este verano se te hará imprescindible. Mantiene el sport elegante, con un aire más divertido.

Rayban y las nuevas Wayfarer
Rayban Wayfarer las gafas de sol del verano




Hablar de las Wayfarer es como hablar de la historia de las gafas de sol. El modelo más famoso de Rayban ha vuelto para quedarse. Si fue el rey de los 80, hoy reivindica su mandato con homenajes al estilo Memphis como el que vemos en este modelo concreto o añadiendo los flúor a sus monturas y los irisados a sus lentes. Opciones para todos, a cual más atrevida: desde los bicolor al print animal (allá aquella que lleve una tigresa dentro)

Este verano podemos con todo. Sáltate las normas con un modelo de gafas escandaloso mientras tu cuerpo luce un total look en B&W. O combina el color de las gafas con el esmalte de tus uñas ¿te lo imaginas? Pues deja de imaginar; este verano es el verano de atreverse. Are you ready?